Resulta que somos unos fascistas y batasunos-etarras.

[Mas de lo mismo]

Que no, que no lo digo yo, se trata de la penúltima (siempre habrá otra “cafrada” que superará a la anterior) de la “troupe de tito Griñán y sus artistas de la política barriobajera”, de renombrada fama internacional, con sus famosos espectáculos-esperpentos, dignos de la peor república bananera (por zafios pero siempre caros), envidia de parlamentos de países asiáticos, esos donde no aciertan más que a tirarse de los pelos y abrirse la cabeza arrojándose sillas y demás mobiliario parlamentario.

En concreto, los autores de los cariñosos epítetos dirigidos a los empleados públicos díscolos con la reordenación del enchufe, no son otros que el vocero del grupo socialista en el Parlamento andaluz, Mario Jiménez (que no el marío de la jiménez) y el mismísimo Consejero de Gobernación, Luis Pizarro (el pifiarro). Para el primero somos fascistas, por no comulgar con esa inmensa rueda de molino (que les acabará aplastando) que es la reordenación del sector público, para el segundo, somos unos batasunos-etarras si osamos seguir con la reivindicación mientras ellos están ocupados en su santa campaña electoral (viven de ese cuento).

Del elenco de artistas y demás vividores de la política que posee “la troupe socialista”, han decidido seguir con el desfile de la artillería pesada (que es más pesada que artillería, por lo de plastas). Si la veda de descalificativos a los empleados públicos, ya la abrió en su día, nuestra más preciada musa, que no es otra que la Consejera de Hacienda y Administración Pública, (“La Aguayo” para su club de fans antidecreto, o “la que se peleó con la peluquera”, para su círculo más íntimo), la siguiente en desfilar por la pasarela del insulto fácil desde las alturas políticas fue la Consejera de Presidencia y vocera del Gobierno andaluz, Mar Moreno (la Mar de insultona). Ellas fueron las primeras, pero seguro que no serán las últimas, nos queda que aguantar delante de un micrófono soltando exabruptos, sapos y culebras, maldiciones y maledicencias contra todo empleado discordante, a toda la tropa de la secta gobernante y demás adeptos, pulgones de la savia pública todos ellos.

Y es que están “mu nerviosos”, hay que disculparlos, las encuestas les quitan el sueño, y pensar en tener sobresaltos en la campaña electoral es para ellos como jugar con el pan de sus hijos e hijas, de sus hermanos y hermanas, de sus cuñados y cuñadas, de sus yernos y nueras, de sus consuegros y consuegras, de sus correligionarios y correligionarias de partido, de sus...., en fin, la lista es interminable, cuanta gente depende de estos abnegados vividores de la “cosa política” (la versión española de la “cosa nostra”).

Si les llevas la contraria eres fascista, si te manifiestas en contra del decretazo del enchufe, eres un terrorista callejero. Cada vez se parecen más a Paquito Franco (se ve que lo añoran), con aquello de la conspiración “judeo-masonico bolchevique”, como respuesta a todo lo que se movía sin su permiso. Ahora se han inventado la conspiración “funcionario-fascita batasuno-etarra”. Y es que cuando abren la boca la banda de políticos oligarcas de medio pelo, es como si se abriese la tapa de un contenedor de basura, ya se sabe lo que va a salir de dentro.