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Sevilla tiene la clase política que se merece.

NotaPublicado: 20 Nov 2010 22:05
por Tatinescu
Sería una solución y un alivio para la ciudad tirar las caretas y destapar las cartas de una vez por todas. Si expusiéramos ideas e ideologías libremente podríamos concretar políticas de acción coherentes y proyectos lógicos. Así sabríamos por fin los proyectos de ciudad existentes, cuáles son las imágenes de la ciudad y quienes sus imagineros. El problema está en que, por altura o por base, me da a mí que faltan líderes en una y otra acera. No nos engañemos. La preparación de nuestros políticos es en su mayoría mediocre, sus capacidades discutibles y su moralidad… Basta darse una vuelta por la prensa local o por los juzgados para ver el patio. Y no nos engañemos, el horizonte es oscuro como el reinado de Witiza.

La que se dice izquierda, los rojos de toda la vida, han perdido la dignidad y el norte. Han cambiado la hoz y el martillo por el bogavante y la pata rusa (irónico), echándose a la demagogia y a la poca vergüenza, y les han vuelto la espalda a los trabajadores, al pueblo, a su base. Se han encerrado en un politburó con sede en los reservados de las capitales europeas y se han echado a vivir, que son dos días. Repartiendo etiquetas, arremeten contra el sistema de mercado capitalista pero se aprovechan de él y de las desigualdades que genera, olvidando la ética, la lucha y la memoria de algunos predecesores dignos. Con un punto de nostalgia, se arriman a cualquier pelele bananero que arenga con eslóganes pseudo-marxistas (entre otras cosas porque no han leído a Marx en su vida… a Marx ni a nadie), confunden fascismo, democracia y comunismo, buscan resucitar el telón de acero y sacan la pose cuando toca. Sus planes son improvisaciones a dos ruedas que suben de precio cuando les viene en gana, no hablan de educación ni de cultura porque prefieren borregos a los que acobardar y manipular (como todos). De mangazos, subvenciones y colocaciones (aquella fiesta del porro es la punta del iceberg) mejor no hablar, porque entonces me voy a Mercasevilla, a DeSevilla, al dimitido Marco Lolo… Nadie lee los artículos largos.

El socialismo en Andalucía y en la ciudad, cambiando de tema, es… el que es. Quienes se jactan de ser obreros van en Semana Santa en coches oficiales por calles peatonales y peatonalizadas a las puertas de las Iglesias. Allí, los hermanos mayores los esperan medalla al cuello porque, eso es así, en la barra del bar se vienen arriba pero en el vis a vis llega el canguelo, el silencio, la adulación y el desprecio a los hermanos, fieles y cofrades (¿cuántas veces se les ha colado un político en una bulla o en una iglesia?). El socialismo progre y la gomina rancia cambian dinerito por votos. Luego fuese y no hubo nada. Pero el socialismo postmoderno de la ciudad no es rancio únicamente en la Semana más perfecta (de no ser por algunos), sino también en la Feria, en los despachos o en la calle. Son los nuevos señores del cortijo, un coto que administran a su capricho con un despotismo no ilustrado (tampoco son muy de bibliotecas) enervante y paternalista. Y que nadie abra la boca porque se corta la mamela de las ayudas. Se vanaglorian de su poder en el reflejo de los platos de jamón recién engullidos (una pincelada el centro, diría Maese Robles) mientras titulan su política de social y sostenible. Tan social y tan sostenible que el instituto del Polígono Norte donde trabajo tuvo que ponerse en huelga el año pasado para recargar las calefacciones (recargarlas, no ponerlas nuevas). Tan social y tan sostenible que en la avenida de la Barzola hay un melón reventado tirado por Dios sabe que cabestro y lleva allí en el suelo una semana. Porque hay barrios en la ciudad donde no se barre. Por no rajar de la política cultural: el año pasado ajustamos los presupuestos y le recortamos dinero al Teatro Maestranza para tapar los agujeros de Giralda Televisión. Y mientras se caen monumentos fundamentales de la ciudad como Santa Catalina (¿dónde está la Iglesia para restaurar su patrimonio? Y no seamos demagogos, gestionar el patrimonio de la Iglesia en una ciudad como la nuestra genera empleo y riqueza tanto directa como indirectamente, no vengamos con eso de la caridad porque la manera de salir adelante en una economía de mercado es precisamente esa. Si quieres cambiarlo apúntate al Partido Comunista… o no), el Templete de San Onofre o la Fábrica de Vidrio de la Trinidad, malgastamos el dinero en levantar unas setas parasitarias. ¡Más mercado! Bueno, menos para los placeros, a quienes se trata de crujir con el alquiler. Ni esto es socialismo, ni el Señor Sánchez es progresista, ni “ná de ná”. De mangazos, subvenciones y colocaciones mejor no hablar, porque entonces me voy al sueldo del agraciado Marchena, a las facturas falsas, a los primos de las páginas webs (¿os acordáis?), a las casetas para Mir… Para mear y no echar gota.

La derecha tampoco se salva. Porque para empezar debería definirse como tal, abandonar posturas ambiguas con la derecha radical y situarse como auténtica democracia cristiana. Pero eso no es lo más horrible. Lo peor es ver como en 12 años de oposición, con el nivel de estupidez, inutilidad y corrupción de este ayuntamiento, no han sido capaces de hacer dimitir prácticamente a nadie, habiendo caído en el olvido los múltiples escándalos y crisis. Además, la derecha parece carecer también, igual que los gobernantes, de una idea de ciudad vertebrada y coherente. Se ha limitado a decir no, a ponerse delante de la gente en lugar de hacer que la gente le siga. Carece de iniciativa, de fuerza, de liderazgo. Se ha limitado a boxear como Homer Simpson, esperando que el enemigo caiga por el propio peso de su necedad. Y no hablemos de los brindis al sol, porque hay promesas imposibles que no se cumplen haciendo desplantes sino fajándose para atacar la raíz del problema. Humo, viento, nada. De mangazos, subvenciones y colocaciones mejor no hablar, porque si escarbamos acaba saliendo la mierda… Todo el mundo acepta regalos.

La ciudad, al fin y al cabo, tiene la clase política que se merece. Entre otras cosas porque acostumbra a callar, a hablar a media voz, a tragar y a volver a tragar. Con los hechos que ocurren en esta ciudad, desde aparcamientos cobrados que no se construyen, a obras eternas y multiplicadas, pasando por el caos de tráfico, la dejadez de las calles, el aumento de la criminalidad, la especulación urbanística y un infinito etcétera de despropósitos, la gente debería pegarle (sí, digo bien, pegarle) a su clase dirigente. Pero la ciudad no abre la boca. Habrá elecciones y pasearán los políticos por las aceras abolladas, por los barrios incomunicados, por las universidades ciegas… No passsaa nada (Burgos dixit). El problema no está exclusivamente en las gallinas. También está en los huevos.

Publicado el 11 Noviembre, 2010 por Curro Huesa en http://currohuesa..wordpress.com/